La carta para Papá Noel

Aquella Navidad le dejaría una huella indeleble para el resto de su vida y no sería por el hambre, la soledad y los mosquitos, sino debido a una revelación que le haría su mejor amigo sobre la existencia de un señor llamado Papá Noel.

Alberto abrió sus ojos negros muy grandes, a él nunca en sus seis años se lo habían nombrado, sin embargo, Joaquín hablaba de él con tanta seguridad que su corazón se renovó de esperanzas.

En la tarde ni bien salió de la escuela se fue a casa y se puso a escribir la carta. Joaquín le había dicho que podía pedirle lo que quisiera que Papá Noel se lo traería, así que no escatimó en pedidos y como no tenía Arbolito de Navidad la colocó debajo de la cama.

Al otro día en la escuela, le contó que ya la había escrito. Joaquín le dijo que en unos días pasaría Papá Noel para llevársela, que no se asustara cuando sucediera. Desde esa tarde todos los días controlaba la carta, pero ella permanecía en el mismo lugar. En el momento que se enteró que Papá Noel se había llevado la carta de Joaquín no pudo evitar preguntase: ¿Por qué no se habría llevado la suya también?

Cuando por fin llegó la víspera de Navidad en su casa todo transcurría como de costumbre. Su mamá se fue a trabajar y él quedó al cuidado de la abuela. La Navidad no se festejaba porque según su madre era una fiesta para ricos. Pero eso a él ya no le importaba porque a las doce tendría muchos regalos. Era muy probable que a su mamá nunca le habían contado de Papá Noel y la carta. Cuando los primeros fuegos artificiales comenzaron, se tiró debajo de la cama para descubrir cuántos regalos había recibido. Sin embargo, lo único que encontró fue la carta en el mismo lugar.

Corrió hasta dónde su abuela y le preguntó ¿Por qué Papá Noel no se había llevado la carta? La abuela que estaba entre dormida, lo único que le pudo contestar fue que se volviera a dormir porque era tarde.

A la mañana siguiente, cuando se encontró con su amigo y le contó que Papá Noel no había venido, Joaquín le preguntó: ¿Dónde había dejado la carta? Abajo de la cama, le contestó. Y fue cuando descubrió, otra vez gracias a la ayuda de Joaquín, que ese había sido el error, porque Papa Noel dejaba los regalos en un arbolito.

Entonces, pensó que para el año que viene tenía que conseguir un arbolito de navidad y armarlo en su casa.

Gabriela Motta
06-12-21
Montevideo

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