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Cuentos cortos para leer

Gabriela Motta

📅 29/10/2021   📁 Cuentos

El CJ

Luego de una sangrienta lucha entre cárteles el nuevo jefe de la zona era José Ramírez Buidos apodado como el CJ.
Hombre rudo de mirada firme, compostura robusta, inescrupuloso; hombre de acción y de poquísimas palabras.
Temido por su forma de actuar y su solidez en el momento de ejecutar órdenes, no le temblaba la voz ni el pulso si el mandado era matar. Sabía cómo y con quién hablar para sacarse del camino a todo aquel que se interpusiera en sus planes.
Últimamente sus enemigos se habían multiplicado, eso lejos de preocuparle lo enorgullecía.
No obstante, por detrás de esa coraza el CJ era un hombre de sentimientos encontrados. Llevaba una lucha entre su deseo de poder y el deber hacer las cosas dentro de la ley, una constante paradoja en su vida. Sabía que no se podía estar bien con Dios y el diablo, pero en el momento de poner en una balanza los beneficios de uno y otro, era el diablo quien siempre le daba más recompensas.
Por las noches se encargaba de idear los planes de atracos en el pueblo; se ocupaba de informar cuando el lugar iba a estar con la guardia baja y cuando no; sabía con cuales policías se podía contar, cuales eran corrompibles y los que no se podían extorsionar. Ordenaba la distribución de drogas en las bocas y mandaba mensajeros para mantener en alerta a los ¨perros¨ sobre posibles denuncias y operativos de oficiales encubiertos. En su zona nadie caía de sorpresa ni siquiera la policía, se jactaba asiduamente con voz muy alta para que todos escucharan. Con el poder que tenía había doblegado a muchos políticos, quienes le permitían disponer de la zona y también de la vida ajena.
Pero cuando el sol despuntaba el CJ se escondía en su oficina, cual vampiro saciado por chupar la sangre de víctimas inocentes que yacían solas en el olvido, para encarnar el comisario José Ramírez Buidos hombre de familia y de ley. En el trabajo siempre se lo veía pegado al teléfono e inmiscuido en sus tareas, se murmuraba que sus ojeras se debían por llevar el trabajo duro a casa. Su esposa era testigo de como pasaba las noches en velas patrullando el pueblo, para llegar con el alba, dormir unas pocas horas y salir otra vez a cumplir con su deber. Ciudadano ejemplar musitaban en el pueblo. Sin embargo, solo el comisario José Ramírez Buidos sabía lo duro que era mantener la excelencia en todo lo que hacía.
Gabriela Motta.
06/06/2018
Montevideo.
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