Cuentos de amistad cortos

Depredadores

Esa noche no me podía dormir, prendí la tele para ver una película, pero como no había nada interesante terminé en un canal de animales mirando un documental sobre gatos. Vaya animal tan especial, yo los amo y me atrapó de inmediato. Sin embargo, después de unos segundos el documental dio un giro inesperado y los testimonios de los veterinarios se cortaron para dar lugar a un espacio que se convirtió en: los gatos, seres místicos.

Sasha, mi gata, me acompañaba echada en la alfombra, mientras escuchábamos a una especialista sobre energías, que comenzó a describir historias de gatos que espantaban espíritus. Sostenía que ellos eran los mejores depredadores de malas vibras y comenzó a describir con detalle cómo los gatos los identificaban y los ahuyentaban e incluso fue más lejos y sostuvo que si el ente insistía en quedarse, ellos los atrapaban en su aura llevándoselos lejos de la casa. Era todo muy loco, pero la verdad es que yo no podía dejar de verlo. Cuando de repente, Sasha se levantó de la alfombra y comenzó a maullar hacia un rincón.

—Vení Sasha —le dije con voz de circunstancia tratando de disimular el susto que me invadía cada vez que maullaba. Ella comenzó a girar en círculos, los maullidos aumentaron, la mujer en la tele seguía hablando de los espíritus oscuros. Yo seguía intentando ser racional, cuando Sasha dio un maullido desgarrador y se erizó toda, como si acorralara algo, alguien, una cosa o lo que sea en el rincón justo contra la pared. «A la mierda» —pensé— «al carajo con la racionalidad» le abrí la puerta del fondo la miré fijo a los ojos y le dije: —si tenes ganas de salir anda nomás. Ella salió para el patio y volvió a entrar a la cocina tranquila, con cara de acá no pasó nada y se echó.

En ese momento apagué la tele ya no podía más con tantas energías ocultas, espíritus y seres oscuros. Pero por las dudas ¡me llevé a Sasha al cuarto!

Cómo dice el dicho: Yo no creo en las brujas, pero…

Gabriela Motta.

Cuentos de amistad cortos