Cuentos para leer y dormir
📅 15/10/2020 📁 Cuentos
Setarcos
— ¿Por qué existen buenos y malos? Le preguntó Setarcos a un vecino que estaba sentado en la plaza.
—Porque… Y Setarcos siguió de largo no le importaba escuchar su respuesta.
—¿Por qué nos morimos? Le preguntó a quema ropas a una viuda que acababa de enterrar a su difunto. Esta quedo perpleja ante la interrogante y cuando se disponía a contestar Setarcos se marchó dejándola con la reflexión en la boca.
—¿Por qué Dios tiene que estar en el cielo? Le cuestionó a una catequista que pregonaba su religión.
— ¿Por qué tiene que haber un Dios? Le preguntó al cura que se disponía a ofrecer la comunión, hereje, le gritó con fuerza, pero Setarcos ni siquiera lo escuchó …
Y así iba por la vida despreocupado, no estaba interesado en escuchar respuestas él amaba las preguntas, así de sencillo. Pero sin proponérselo sembraba la duda, por consiguiente, los hacía reflexionar y esto comenzaba a molestar a los pobladores de MELOSETODO, este chico interrogaba y se iba sin darles la oportunidad de una respuesta cuando todos sabían que lo valioso realmente para su vida era el conocimiento que ellos como adultos le podrían obsequiar gratuitamente.
Cierto día se reunieron muy preocupados para debatir el inusual comportamiento del pequeño, en MELOSETODO el conocimiento era fundamental para perpetuar el desarrollo y las buenas costumbres del pueblo, pero ese chico no escuchaba, solo generaba interrogantes, molestias e incertidumbres. En MELOSETDO no existían escuelas porque el conocimiento afloraba en los ciudadanos como si fueran manantiales de agua fresca, sin embargo, el caso de Setarcos era muy serio, había quienes temían que no se pudiera recuperar y peor aún que resultará ser un Filósofo.
—No, por favor —exclamó la madre desesperada— Filósofo no. En aquel pueblo consideraban que la filosofía ya no encajaba en la sociedad moderna, donde la inmediatez de la información no dejaba lugar a la duda, cada concepto traía intrínseco una verdad absoluta que había sido heredada de los medios de comunicación y con eso bastaba. Si en algún momento era necesario crear alguna idea nueva, cosa que no sucedía muy a menudo, había un grupo de pseudointelectuales encargados de entregar el conocimiento acabado para que los ciudadanos se apoderaran de él.
—Es por eso que debemos actuar inmediatamente —dijo el alcalde del pueblo.
—No sé hable más, si es para su bien mandemoslo a la escuela, ahí tendremos la seguridad de que va recibir el conocimiento necesario para convertirse en una persona de bien —dijo su madre entre lágrimas, no podía comprender en qué momento la duda se había infiltrado en sus vidas. Lo que le aterraba aún más era la cuestión del razonamiento crítico, no podía ni siquiera decirlo en voz alta, pero sabía que todos ahí pensaban lo mismo.
Terminada la reunión la mamá de Setarcos se comprometió a mandarlo a la escuela del pueblo más cercano ALINIANDOCABEZAS, donde Setarcos fue recibido bajo la condición de que no podía preguntar, la mamá asintió de inmediato. Sin embargo, Setarcos estaba confundido lo que mejor sabía hacer era preguntar y resulta que ahora no podía hacerlo, pero era un niño y no tuvo más alternativa que obedecer.
Fue así que luego de algunos años la curiosidad en Setarcos se fue apagando, como si fuera una mecha que se consume día a día y cuando por fin los por qué habían desaparecido de su boca, pudo dejar la escuela y reintegrarse a MELOSETODO, ahora que no dudaba de las verdades establecidas era bienvenido de nuevo al pueblo.
Gabriela Motta
29/11/19
Montevideo
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