El silencio

Nunca me han gustado los manuales, siento que leer sobre la experiencia de otro, aunque sea para armar una silla, es quitarle espacio a la mía propia y a mi aprendizaje. Debo reconocer que en más de una ocasión esta forma «desorganizada» de ser me ha generado acalorados intercambios con algunas personas de mi entorno, porque no lo entiende. En fin, en parte tienen razón ¿para qué volver a inventar la pólvora si ya fue inventada? pero a mi me hace bien ir descubriéndolo, siento que voy escuchándome y aprendiendo de los errores y los acierto, me gusta, lo disfruto, aunque la tarea no sea novedad para nadie más que para mí.

Hoy mientras me organizaba para comenzar con el trabajo escuchaba el silencio, que no era tal porque había ruidos, sin embargo, en ese bullicio escuché la voz de alguien anónimo que comentaba sobre un grupo de nativos americanos que creían que para aprender bastaba con escuchar y observar en silencio, aprendían observando y solo después pasaban a la acción, solo después salían a gritar. Escuchar el silencio era para ellos la mejor manera de andar despiertos, observando la naturaleza, los procesos de la vida y los suyos propios.

En ese momento hice una asociación libre (diría mi psicólogo) con esto de los manuales, las recetas y las fórmulas mágicas que nos dan desde el día uno que nacemos, que si bien nos facilitan la vida en muchos aspectos también nos condicionan.

Acto seguido me pregunté: ¿no es más fácil escuchar el silencio cómo lo hacían los nativos? El tuyo y el mío serán muy diferentes, pero el silencio seguirá estando ahí para validar tu experiencia y la mía, tan únicas como tú y yo.

Me gusta pensar que existe una forma de habitarlo y que es diferente para todxs.

Gabriela Motta

08/02/2022

Montevideo

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